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El cielo sobre Berlín, “La obra de teatro”


“Als das kind kind war wusste es nicht, dass es knid war”


Así comienza la mítica película del alemán Wim Wenders de 1987 que contó con Peter Hanke como guionista, y autor de este poema que da origen a este film lleno de poesía.

Con este comienzo, el directo de la obra teatral, Joaquín Murillo hace toda una declaración de intenciones: ser fiel a la versión cinematográfica.

El cielo sobre Berlín una obra compleja, multidisciplinar por lo que vemos en el escenario y las distintas tecnologías utilizadas en su desarrollo y sencilla en cuanto al fondo del tema que toca, amor, frustraciones, paz, la eterna disyuntiva de hasta donde seriamos capaces de llegar por amor, la línea conductora de toda la obra, que no por ello deja de estar salpicada de situaciones cotidianas que le dan esa cercanía que el espectador siente a lo largo de toda la representación.

La línea narrativa escogida por Murillo no rompe la original en absoluto, pero si la actualiza, metiendo a un tercer ángel femenino Elia Lozano que nos ubica la obra en el siglo XXI, y que además da una continuidad omnipresente de la poética de trabajo original, mediato la danza, otra de las disciplinas artísticas utilizadas en el montaje.

El circo a través de la trapecista, en todas y cada una de las apariciones, de Luisa Hernández, actriz novel en teatro, nos congratulará con esta disciplina, a la vez que sus dotes interpretativas, no nos dejará en absoluto indiferente.



Llamativa también la interpretación de la joven actriz Elisa Forcano, por su fuerza interpretativa y su versatilidad en sus múltiples personajes.

La ajustada y medida actuación de Alfredo Abadía en el muy reconocible personaje de Peter Falk, que todos recordábamos por su personaje el detective Colombo.



Los dos ángeles protagonistas que serán los narradores de toda la obra, impecables con la palabra, peo sublimes con los silencios y sobre todo los gestos.

Sí, la obra teatral El cielo sobre Berlín es una obra coral, dónde diez actores/actrices en escena, con la sensibilidad que se aprecia en todo el trabajo, nos reconcilia con el ser humano, sus grandezas y sobe todo sus miserias.

Sin embargo, no quiero dejar de mencionar a Alberto Salvador, en su papel de Homero, que luce con luz propia.



De Pablo Lagartos, que junto a Damiel, el ángel principal, nos regala una escena “el accidente”,



que quedará grabada en nuestra memoria audiovisual.


De Saúl Blasco, Cassiel, el otro ángel masculino, que con su presencia y sus silencios, tanto aporta a la obra, de Raquel Anadón, que luce con luz propia en la escena del suicida, o de Rosa Lasierra, que tan grande es con su fuerza escénica en todas y cada una de sus apariciones en escena, a mi me llegó especialmente en la escena de anciana judía, o la grafitera.



La obra teatral, culmina con el triunfo del amor entre Damiel y la trapecista y una inolvidable escena en el trapecio llena de plasticidad, con una gran carga visual.


El cielo sobre Berlín, una obra ambiciosa, bien narrada y que, bajo mi punto de vista, no pierde un ápice en la línea poética del film, y si que esta muy bien actualizada y controlada en el tiempo narrativo, consiguiendo que al contrario que en la película, al espectador, se le haga incluso corta.

Antes de acabar, destacar dos grandes aportaciones, la música original de Víctor Rebullida, que tanto complementa a la obra, sincronizándose con ella en especial armonía.

Y la sencilla pero impecable escenografía, que permite a Murillo utilizar para la proyección de los vídeo mapping, que al público le resultan tan espectacular.


Recuerda:

“Cuando el niño era niño,

andaba con los brazos colgando,

quería que el arroyo fuera río,

que el río fuera un torrente,

y este charco la mar”.

Una espectacular apuesta teatral de la compañía Che y Moche, a mitad de su andadura en la programación del Teatro Principal en Zaragoza y que aún estamos a tiempo de disfrutar de jueves 23 a domingo 26.

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