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Dressy y Max

TRECE HISTORIAS DE AMOR

CAPÍTULO 8

Dressy y Max


A veces en la desesperanza, en la parte más oscura de nuestra existencia, una luz aparece en nuestro horizonte cuando menos lo esperamos.

Este es mi caso, me llamo Frida y creo que ya conocéis mi historia con Andy, aunque no es ahora de nosotros de lo que os quiero hablar, sino de mi mejor amiga en este momento y mi socia, además de hija de Andy.

La historia de Dressy, es una historia de esas que llega a la piel, que te estremece y te hace sentir orgullosa de tu hacer.

Como he dicho anteriormente Dressy es la hija de mi marido, pero nació con sexo masculino y no fue hasta la adolescencia, cuando se dio cuenta del error cometido por la naturaleza, su madre nunca entendió este cambio, de hecho hoy en día apenas existe relación entre ellas, dada la incomprensión y de repetir a su propia hija, que es un engendro, y que su actitud vital, solo responde a un grado máximo de degeneración.

Cuando conocí a Dressy, me encontré con una mujer tímida, insegura, recelosa del género humano en general.

No, no me lo puso fácil al principio, hasta tuve que establecer una estrategia para ganarme su confianza, para su hermano todo era diferente, era la novia de su padre y según él una tía buena, Dressy era muy diferente, la vida a pesar de su juventud, ya la había maltratado y desconfiaba de todo el mundo.

Un día Andy me invitó a cenar, yo tenía ropa de sobra, siempre me ha encantado la moda, pero me pareció un echo interesante para pedirla consejo y que me acompañara de tiendas para escoger un vestido.

Esa tarde ante un café, descubrí a la mujer, no a la hija de mi pareja, a la mujer que se esforzaba por resurgir de ese cuerpo erróneo y que aún no había alcanzado el grado de feminidad que ella deseaba.

A veces creo, que las cosas cuando se desean fluyen y así fue, primeros fueron mensajes esporádicos de Whatsapp, después alguna llamada distanciada en el tiempo, ahora, ahora no podemos estar la una sin la otra y son mensajes constantes y varias llamadas al día a pesar de trabajar juntas, pero no es de esto de lo que os quiero hablar, si no de su evolución hacía esa gran mujer que es ahora, de sus aspecto inicial en los primeros momentos de su cambio, a la mujer sofisticada y sobre todo enamorada en la que se ha convertido .

Pero lo mejor será ir paso a paso, compartiendo con todos ustedes, tal y como su historia fue sucediendo.

Una tarde de esas que ambas quedamos para tomar un café, la hablé de las malas expectativas que tenía en mi trabajo, se rumoreaba que el momento por el que estaba pasando la peluquería, en dónde llevaba una cabina de tratamientos faciales, estaba pasando por una situación crítica, el mes anterior ya no habíamos cobrado y nada parecía presagiar un desenlace optimista.

─Frida, ¿nunca has pensado en montar tu propia cabina?

─¿Negocio propio?, creo que no sería…

─¿Y con una socia?

Me la quedé mirando, ella había estudiado varios módulos, peluquería, gestión de pymes y alguna otra cosa más.

─Dressy, ¿me estas proponiendo un negocio a medias?

─Es una idea simplemente, yo quiero empezar a trabajar, no descarto continuar preparándome, pero en principio busco arrancar con algo en el sector de la belleza, un salón, con todos los servicios, peluquería, depilación, tratamientos de belleza, masajes.

─Pero eso sería un macro salón, y la inversión inicial sería muy fuerte.

─Bueno, tampoco es necesario eso al principio, una cosa es el objetivo, otra es como se inicie, pero lo importante es ponerlo en marcha.

Esa tarde la conversación no fue más allá, pero el día que me comunicaron oficialmente del cierre de la peluquería volvimos a quedar para comer.

─Dressy, ya es definitivo, este mes es el último que trabajo, me acaban de despedir.

─No te preocupes, tú tienes muy buenas manos y tus conocimientos en cosmética es muy bueno, seguro que antes o después te saldrá algo, además algo te darán por el despido y luego podrás solicitar tu desempleo.

─No, indemnización no habrá, pero mi desempleo sí que lo tendré.

Tuvimos unos minutos de silencio, supongo que de reflexión, tal vez, por no saber cómo continuar la conversación, hasta que Dressy, decidió proseguir.

─Papá me ha dicho en varias ocasiones, que está dispuesto a ayudarme a iniciar cualquier negocio, tal vez…

─¿Qué quieres decir Dressy?

─Igual, entre la ayuda de papá y tu desempleo, podamos pensar en algo para llevar entre las dos.

─Un negocio a medias, ¿Cómo socias?

─¿No te gusta la idea?

─Me quedé mirándola más por la sorpresa del ofrecimiento, que por la inviabilidad del proyecto, que según más pensábamos en ellos, más atractivo y viable nos parecía.

Fue toda una tormenta de ideas, un no parar, al final pensamos hasta en hablar con una compañera mía, peluquera y entre las tres, poder dar una amplia gama de servicios para empezar, peluquería, depilación y tratamientos de belleza.

Andy, se lo tomó si cabe con mucha más ilusión que nosotras, una semana después, ya había analizado viabilidad del proyecto, inversión necesaria e incluso un local cerca de casa y las cifras nos cuadraban.

El proyecto era viable, e incluso tendríamos un pequeño colchón económico para resistir al comienzo, hasta generar nuestra propia clientela.

En dos meses, todo estaba en marcha, la inauguración fue un hito en nuestras vidas, para entonces Dressy ya era mi amiga del alma, mi confidente y yo la de ella y esto obviamente me unió mucho más a Andy, que por su parte se sentía mucho más orgulloso de nosotras dos.

Creo que me he extendido mucho en esta introducción, pero sin embargo considero necesario narrar estos hechos, para llegar al punto cumbre de la historia.

Ni que decir tiene que arrancamos el proyecto, al día de hoy y a pesar de la crisis, no solo sigue en marcha, hemos creado tres puestos de trabajo y tanto Dressy como yo, nos sentimos súper orgullosas de nuestra aventura empresarial.

Una tarde se presentó un chico, la verdad no estuvo muy acertado en su comportamiento, pretendía una depilación completa y la quería ya. Era exigente, prepotente, Dressy no sabía cómo explicarle que trabajaba con cita previa, bueno explicarse si, pero el otro no estaba dispuesto a entender, que se marcharía a su casa sin depilar y que tal vez al día siguiente tampoco podría ser.

Dressy, tubo correa, le invitó a un café en la cafetería de al lado, mientras tomaban ese café, fueron la comidilla de todo el local.

─Con lo guapo que es y lo prepotente.

─Ya me encargaría yo de calmarlo, decía la peluquera.

─Estos jóvenes tienen mucho que aprender, decía una señora con los rulos puestos, mientras babeaba mirando el trasero del chaval, según salía por la puerta.

Yo observaba a cada una, mientras me reía por dentro.

Dressy volvió sola, sonriendo.

─¿Qué ha ocurrido? ¿Vaya genio? Se calza el niñato.

─Nada todo resuelto, al final ha entrado en razón y todo ha quedado resuelto.

─¿Entonces?

─Lo he resuelto a mi manera y punto final.

Su tajante respuesta, me dejó un tanto desconcertada, sabía que algo más había tras su comentario.

A la tarde siguiente de nuevo el joven apareció en el salón de belleza, parecía una persona diferente, todo sonrisa y tras la espalda, traía un pequeño ramo de flores para Dressy.

─Buenas tardes señorita, me aceptaría que le invitara a merendar.

Dressy, dejo todo en manos de su ayudante y salió rauda, con una sonrisa en la boca que lo decía todo.

Cuando volvió, no pudo escabullirse de nuestro interrogatorio. Entonces admitió que la tarde anterior, después de cerrar el local, le hizo la depilación integral.

─Bueno, su mal carácter era fruto de la necesidad –trató de excusarle─ Hoy tenía una sesión fotográfica, no se enteró hasta unos minutos antes de dejarse caer por aquí, es modelo y hoy era un día muy importante para Max.

Así nos enteramos de su nombre, de su profesión y días después, de todo lo demás, ya que en la peluquería era la comidilla habitual y en las revista de cotilleo, su imagen a cuerpo desnudo prácticamente, al ser modelo de ropa interior masculina, se exhibía completamente.

Pero nada más supimos de él, hasta un mes después, que volvió por el salón de belleza, entonces supimos de los encuentros que Dressy nos había ocultado, del fin de semana romántico en Barcelona, de las cenas y desayunos compartidos, desde ese primer encuentro.

Al día siguiente Dressy lucía un anillo en su dedo anular.

─¿Pero qué significa esto? ─preguntamos de manera un tanto apabullante.

─Bueno, me ha pedido que me vaya a vivir con él.

─Pero no es un poco precipitado.

─Eso le he dicho yo, pero lo cierto es que llevo dos semanas sin salir de su casa.

Con esto, Dressy puso final a las preguntas y cortó por lo sano cualquier comentario o pregunta, pero ese día almorzando las dos juntas y a solas en un restaurante cercano, me contó su verdadera historia de amor.

─Frida, fue todo un flechazo en ese café, pero luego a solas en la cabina, te puedo asegurar que no ocurrió absolutamente nada.

─Pues eso que te perdiste cariño.

─Sabes que no me gusta mezclar lo uno con lo otro, además en aquel momento, como puedes entender estaba muerta de miedo.

─¿Miedo por qué?

─Aún no soy completamente una mujer, apenas lo conocía por entonces, y los miedos son libres.

En ese momento callé, guarde absoluto silencio, ya que para mí, Dressy es tan mujer como yo, a pesar de tener pendiente una operación, para la que lleva tiempo ahorrando y a punto está de conseguir.

─Todo fue mucho mejor de lo esperado, aparentemente soy una mujer, pero según me comentó soy demasiado femenina para ser real.

─Pero ¿se lo dijiste, o se enteró de sorpresa?

─Yo empecé, pero supongo que mis nervios, que mi dubitación, hablaron por mí, las palabras no me salían, él me ayudó.

─Nunca he estado con alguien tan mujer como tú, aunque entre las piernas…

─¿Cómo? ¿Se nota algo?

─No querida, para mí eres perfecta.

─Pero…

─Yo me enamoro de la persona, esto no quiera decir que sea gay, que si lo fuera no tendría la mínima importancia, has entrado en mi corazón de pleno derecho y los demás son accesorios, lo importante es que tú te sientas bien.

─Sí, pero así yo no estoy bien, yo necesito.

─A partir de ahora, yo estaré a tu lado hasta que te sientas plena y completa.

Frida, en ese momento se me escaparon las lágrimas, no me podía sentir más feliz, me hubiera dado lo mismo que fuera el tío más feo del mundo, que fuera gordo o mucho más mayor que yo, lo importante es que era mi alma gemela, solo con mirarnos nos entendíamos y encima sentía todo su apoyo, no solo de palabra, su mirada, sus gestos, sus caricias, decían mucho más que sus propia boca.

Hoy dos años después, recordando aquella comida, una amplia sonrisa me viene, con Andy soy la persona que siempre soñé llegar a ser, me siento realizada como mujer, como esposa, hasta como madre con Gus y Dressy.

Dressy se operó poco después, apareció radiante el día de su boda con Max, hoy llega el pequeño a la familia, hace dos meses que marcharon a Estados Unidos, allí contrataron un vientre de alquiler, ya que aquí la ley no lo permite, en un momento salimos hacía el aeropuerto a recibirlos, vamos como dos niños, se nos cae la baba pensando en que pese a nuestra juventud, ya oficialmente somos abuelos.

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