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El padrastro, un ogro del siglo XXI

El padrastro, un ogro del siglo XXI


Eres una vez un reino muy cercano a nuestro país, un Reino chiquitito, pero un reino donde sus habitantes estaban un poquito preocupados del bienestar de su gente.

En ese pequeño Reino vivía Ray un niño de apenas cinco años y en sus cinco años de vida ya vivía había vivido demasiada amargura.

Desde que vino a este mundo en su familia tenía muy poquitos recursos, su padre estaba enfermo y los ingresos que entraban en casa a pesar del esfuerzo de Margarita, su madre por traer algo más a casa, planchando para otros hogares, apenas cubrían las necesidades básicas de pagar el alquiler, y poder mal comer, y peor vestir.

Pero nada es eterno, y a esta angustiosa situación económica, se unió la fatalidad de que la salud de su padre se agudizase.

Cada vez le costaba mucho más trabajo acudir a su puesto de trabajo, y así fue cómo día a día su salud fue empeorando hasta el día trágico en que murió.

Margarita su madre estaba desesperada, a veces caía destrozada sobre la cama, teniendo al pequeño Ray en sus brazos dormidito y apenas le daba tiempo para acostarle, mientas no paraba de llorar.

Estaba desesperada sin saber, si al día siguiente, podría dar de comer al pequeño Ray o si alguien vendría llamando a su a su puerta, reclamando el alquiler que desde hacía dos meses no había pagado.

En estas circunstancias llegó a la vida de Margarita, Rodrigo, un hombre que en principio era todo bondad, era todo alegría, era un hombre que estaba acostumbrado a enamorar a las mujeres con su labia, y de este modo a pesar del duelo de Margarita, se hizo un hueco en su corazón, y Margarita se enamoró de él.

Poco después se celebró la boda, todo era alegría, era una gran fiesta, y el pequeño Ray estaba muy contento, aunque por supuesto echaba mucho de menos a su papá.

Cierto era que ya no pasaban esas estrecheces económicas, la comida, aunque no abundaba en la casa, tampoco se pasaba hambre, y ahora en vez de en vez de vestir de harapos, vestían ropas sin grandes pretensiones, pero al menos ropas dignas.

Margarita estaba muy contenta, solamente con ver a su hijo, a su pequeño Ray, como le había vuelto la sonrisa a su cara.

Sí, ella se encontraba totalmente satisfecha de cómo iban las cosas.

Pero tras varios meses de matrimonio y no quedarse embarazada de Rodrigo, el carácter de este había cambiado.

Ya no era tan amable, ya no todo eran sonrisas, y en alguna ocasión incluso, llegó a asustarse por algunos atisbos de violencia, que había comprobado en su carácter.

Las cosas no fueron a mejor, Rodrigo se había convertido en un hombre violento, y a veces asustaba a Margarita.

A partir de este momento se escuchaba a Rodrigo con frecuencia decir;

—Yo soy aquí la figura paterna, y este niño tiene mucho que aprender.

Sí, Margarita entendía, que el pequeño Ray no había tenido nunca la figura paterna no había tenido esa educación que los padres los cabezas de familia aportan desde un principio en las familias.

Ray no sabía nada de eso, y a veces, entre que era todavía muy pequeño, y qué le había faltado, esta figura en donde fijarse, a veces daba la impresión de que el niño, necesitaba ser educarse.

Pero el pequeño Raimundo era un niño bondadoso, era un niño bueno, era un niño estudioso. y poco se le podía reprochar.

Un día, Rodrigo mostró su cara más fea, y después de hablar en un tono altanero al pequeño Ray, le dio un fuerte bofetón en la cara.

Su madre Margarita. se lo reprochó a Rodrigo, pero este en lugar de avergonzarse por su acto, se enfureció.

—Si nos hemos casado, es para que ejerza de padre, y los padres tienen cosas que deben de hacer, como lo que yo he hecho hoy.

Margarita no se amilano, y como muestra de enfado, esa noche durmió con Ray, teniéndole fuertemente abrazado.

Pasaron varias semanas, yo diría que algún mes, y esto no volvió a ocurrir hasta que, un día que Rodrigo volvió a casa después del trabajo, y había bebido con sus amigos en el bar unas copas de más.

Esa noche lo que ocurrió en la casa de Ray, fue tremendo, Rodrigo maltrató a Margarita y al pequeño, dejándoles algunas marcas.

Al día siguiente, Ray fue al colegio muy triste, en un lado de sus mejillas mostraba un fuerte moratón y don Damián su profe, se dio cuenta.

Cuando todos los niños salían corriendo para ir al recreo, puso su mano en el hombro de Ray y lo mantuvo por unos segundos.

—Ray hoy no vienes bien, hoy sé que te encuentras mal, y eso que tienes en tu cara me preocupa.

¿Qué ocurrido Ray?

—No don Damián, no es nada, ha sido un golpe que me he dado con la ventana,

Don Damián le soltó, y Ray se fue a jugar con sus amigos, pero ese día no jugó, ese día se sentó en un rincón del patio del colegio y no quiso saber nada de sus amigos.

Don Damián le vio por la ventana, y se quedó preocupado, pero no volvió a importunar al niño, ni a sacar la conversación sobre el moratón que mostraba en la mejilla.

Unas semanas después, en la casa de Ray, ocurrió algo mucho más serio, ese día Rodrigo había llegado en muy malas condiciones después de haber estado en el bar con sus amigotes, y en esta ocasión, a quien levantó la mano fue a Margarita.

Ray en su inconsciencia se puso por medio, no podía soportar que nadie pegara a su mamá.

Ese día, Ray se llevó un fuerte empujón, y su cabecita fue a parar contra el pico de una mesa.

Lo tuvieron que llevar al hospital y le dieron varios puntos.

Al ser interrogada por el médico, Margarita excusaba la situación este chico. —Mire doctor, Ray es muy despistado, va tropezando con todo, no tiene cuidado.

El médico se convenció de las excusas que daba la madre, era algo que había visto muchas veces, y al inspeccionar el cuerpo el niño y no observas ninguna otra anomalía, creo la versión de Margarita.

Pero las cosas no quedaron aquí, a la vez con mayor frecuencia se daban circunstancias como esta, su madre estaba desesperada, no sabía cómo actuar, necesitaban la protección de Rodrigo. pero, sabía que está era una situación, que iba a acabar mal, pero no se vio con fuerzas de compartir esta situación ni con familiares, amigos o vecinos.

Fue en una de esas ocasiones cuando Ryan, llegó al colegio nuevamente con visibles magulladuras.

En esta ocasión, don Damián, llevó al niño a ver a feliz el psicólogo del centro.

Este, tras hacer unas pocas preguntas al niño, se dio cuenta que este estaba bloqueado, que no comprendía absolutamente nada, que no respondía a ninguna pregunta.

Así fue como llegó al convencimiento, de que estaba siendo maltratado dentro del seno familiar,

Esa noche el psicólogo, visitó la casa de Ray, Rodrigo aún no había vuelto a casa y puo habla tranquilamente con Margarita.

Esta se sentía incómoda, ante Ray, fue entonces cuando Fermín lo mandó a su habitación y así poder hablar tranquilamente y presionar Margarita.

—A mí no me vas a engañar Ray está siendo maltratado, yo sé que tú no eres quien lo hace, pero si estás protegida a alguien, sea su padre o alguien de la familia, eres igualmente culpable.

—Bueno, mi marido no el padre e Raimundo, —balbuceo Margarita—, hace mucho tiempo que mi situación, era dramática, y entonces…, ahora mi situación económica ha cambiado, pero desde hace algún tiempo….

—Entiendo que necesites ayuda que la has encontrado en Rodrigo, pero esto no es bueno para Ray, esto no es bueno para ti, y hay que buscarle una solución.

Fue en ese momento, cuando Margarita se vino abajo y confesó:

Desde hace meses Rodrigo estaban maltratando a Ray y maltratándola a ella. —¿Estás dispuesta a denunciar esta situación?

¿No, por Dios? ¿Qué va a ser de nosotros, sí lo denuncio?, no podremos vivir en mis circunstancias.

—Si no lo denuncias tú, tendré que hacerlo yo, no podemos seguir soportando estos maltratos, sobre todo por el niño.

—Si lo denuncio, volveremos a como estábamos antes, no podemos seguir viviendo en esas circunstancias, tengo que pensarlo.

—No podemos seguir así, es un asunto muy serio.

— Por favor, por favor, necesito un poco de tiempo.

—Margarita la ley está contigo, la ley te protege, pero si tú proteges a Rodrigo, serás cómplice y esto te puede hacer perder la custodia de Ray, además de otros problemas legales.

Esa noche Margarita apenas pudo dormir, estaba alterada, confundida, pero fue cuando escucho hablar en sueños al pequeño Ray, cuando saltó de la cama y acudió junto a su pequeño.

—No, no pegues a mi mamá, déjala, eres malo, no te quiero en mi casa.

La madre entre caricias y besos consiguió que el niño se calmara, peo no pudo volver a la cama, se sentaba un rato, se levantaba y cruzaba la sala de un lado a otro una y otra vez.

Por fin se serenó un poco y volvió a la cama, pero poco después Ray volvió a gritar y llorar en sueños.

—¡Déjame!, no tienes ningún derecho a hacernos estos, ¡tú no eres mi padre¡, ¡te voy a denunciar!

Acudió rauda al lado de su pequeño, y fue en ese momento, mientas lo tranquilizaba en sus brazos, cuando tomó la decisión, que tanto le estaba costando.

Ya fue incapaz de volverse a dormir, permaneció sentada en un sillón el resto de la noche y antes que Rodrigo se despertara, preparo a Ray para el colegio y salieron de casa.

En el colegio, en cuanto dejo al pequeño Ray con Don Damián, se fue a buscar a Fermín.

Llamo a la puerta y por un momento estuvo tentada de salir corriendo y alejase de allí.

—¿Sí?¡Adelante!

En cuanto asomó la cabeza tímidamente por la puerta, Fermín se levantó de su sitio como empujado por un resorte.

—¿Ha ocurrió algo?

—No, nada en especial, pero…

Entonces Margarita le contó lo ocurrió y tras tranquilizarse un rato en el despacho del psicólogo, se fueron a comisaria a poner la correspondiente denuncia.

Esa noche cuando Rodrigo llegó a casa, borracho y enfurecido por no haber estado Margarita por la mañana en casa al levantarse, y no haberlo avisado, se puso a dar voces e incluso levantó nuevamente la mano amenazante.

Fue entonces cuando de la habitación de al lado salieron un par de policías y se lo llevaron.

Si amiguitos, los niños no tenéis capacidad para resolver cosas como esta, pero siempre, a vuestro lado, están los mayores, algún familia, algún vecino y si no es así, como veis el colegio, está siempre a tu lado para ayudarte.

Y de este modo, colorín colorado, la historia del pequeño Ray, muy bien en esta ocasión, ha acabado.

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