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Josean

Josean



Sí, debo de reconocerlo, no me siento orgulloso de contar mi historia en estas páginas, es más, estoy algo avergonzado, pero todos en la vida hacemos cosas de las que con el tiempo sentimos gran pesar, y mucho más en mis condiciones, pero en mi balanza tengo a mi favor, el haberlo hecho por amor.

Ni nombre es José Antonio F. tengo 48 años y desde los 32, por un desgraciado accidente en el trabajo, me veo limitado a moverme en sillas de ruedas.

Como podréis comprender, esto no fue algo fácil de asumir para mí, pero con el tiempo, ayuda de profesionales y el apoyo de familiares y amigos lo pude superar.

Fue hace cinco años, después de tener alguna relación de pareja corta en el tiempo, cuando la conocí a ella, a Yasmine. Fue como una brizna de brisa fresca en mi vida, fue un renacer, un nuevo aferrarme a la vida, un…

Todo trascurrió muy deprisa, era un ángel para mí, me cuidaba, me mimaba, me hacía sentirme nuevamente hombre.

En realidad, fue todo un espejismo, todo duró tres meses, exactamente el tiempo que tardé en firmar el contrato de matrimonio.

Me avergüenzo como hombre, después de una docena de años, mullido, mutilado, sintiéndome un ser incompleto, debo admitir que he sido un hombre maltratado, sí, uno de ese porcentaje tan ínfimo comparado a las mujeres que sufren y han sufrido este mismo estigma, tal fue el asunto, que ni tan siquiera sé, de dónde saco fuerzas para dar este vergonzante testimonio, pero creo que se debe de hacer público, creo que no es cuestión de género, simplemente de contar mi verdad, que no por ser mía es verdadera, sino por estar dictaminando en sentencia judicial por un juez.

Poco después de casarnos, por no decir que escasas horas después, sentí como me acosté con Jackie y me levanté con Hyde.

Ya en la noche de bodas, prescindió del sexo, yo lo entendí, fueron muchos momentos intensos, yo era por eso del ego, el malentendido orgullo y tratar de quedar bien, más que por el mero deseo sexual, la noche de bodas, al fin y al cabo, es la noche de bodas y para mí que era la primera vez que me casaba, tenía su importancia.

A la mañana siguiente, al despertarme, me encontraba solo en la cama y a pesar de llamarla, no obtuve respuesta alguna.

Volvió dos horas después, tal vez estuve un poco inquisitivo con las preguntas, pero su sequedad, su forma fría de mirarme y su manera desconocida para mí de tratarme, me dejó descolocado el resto de la jornada.

Sí, en un principio lo achaqué a la convivencia, alguna que otra noche, sí que la habíamos pasado juntos, aquí y en algún que otro hotel en nuestros cortos viajes.

En seguida me desengañé, ella ahora controlaba todo en mi vida, mi casa, mi persona, mis cuentas bancarias y, lo que es aún peor, manipulaba a familiares, amigos y controlaba la manera de relacionarme con todos ellos.

Solo unos día después de la boda, era una lucha de poder, la persona que me atendía en aquellos aspectos mas elementales de mi vida, como era la casa, la comida y la higiene personal, ya no estaba y ella…, ella lejos de atenderme como cualquier ser humano se merece, me chantajeaba hasta extremos indecorosos.

No, no era nada tonta, ella nunca manejó las cuentas bancarias, siempre íbamos juntos al banco, pero previamente y siempre como contra prestación por algo, me hacía sacar cantidades de dinero, que posteriormente en casa le entregaba, y ella usaba a su antojo, pero sin dejar rastro de este.

El trato era grosera, soez, pasaba muchísimas horas solo al día, con el teléfono de casa desconectado e internet sin línea, sin saber muy bien a causa de que.


—Hablo a diario con la compañía de telefonía, ya sabes como son, todo es prometer, pero a la hora de hacer algo por resolver el problemas son unos inútiles. —así justificaba la situación.


Sí, aunque no es muy inteligentes, es muy lista, muy viva y en este caso como en otros muchos, hacía uso de palabras que en algún momento habían salido de mi propia boca, haciendo una crítica a las multinacionales.

Así de este modo se ganó al núcleo más duro de mi familia, y aunque a mi amigo Luis, nunca lo llegó a engañar, para mi mala fortuna, su empresa le destino unos meses fuera de España y de este modo fue como me sumí, poco a poco en la soledad y el abandono más absoluto.


—“Se esta volviendo raro y maniático”

Decía a todo mi entorno. Claro que me estaba volviendo raro, huraño, amargado, y cada vez que trataba de pedir ayuda, más estrambótico aparecía ante los ojos de todos.


—Yasmine es un cielo de mujer, has encontrado lo que no te mereces, —me repetían una y otra vez, al tratar de contarles la realidad en la que vivía.


Poco a poco mi moral se fue minando, nadie me creía, es cierto que antes había tenido alguna que otra crisis y, en estos casos me convertía en un ser irracional, odioso e intratable. Ella supo jugar sus cartas, supo hacerlo pasar por una situación de desventaja para ella. Sí, supo victimizarse y ganarme la batalle ante aquellas personas a las que realmente importaba.

Fue una tarde soleada de primavera, cuando me convenció para trabajar en el garaje en mi vieja afición al aeromodelismo.

El tiempo era agradable, ella me ayudó a prepararlo todo y yo queriendo ver en ello un cambio de talante con respecto a mí, y ante la ilusión de terminar una de esas maquetas que llevaba años inacabada, me olvide del tiempo y del mundo.

Era noche cerrada, había encendido un pequeño flexo y me había ensimismado en una complicada labor de manualidades, cuando un ruido tremendo al bajar la puerta metálica de persiana del garaje me sorprendió. Se trataba de tres hombres encapuchados. Poco más me dio tiempo a ver o sentir, golpes y más golpes y luego, luego la más absoluta oscuridad durante horas.

Desperté en el hospital rodeado de máquinas y vías en la muñeca izquierda y otra con sangre en la derecha, había perdido muchísima, mi piel era de color cetrino, casi transparente y en un principio incluso, temieron por mi vida.

Di nuevamente gracias a la vida por resistir, por seguir con vida, pero al sentir a Yasmine a mi lado, con esa actitud incluso en privado, cuando nadie nos veía como en aquellos primeros meses de nuestra relación, anteriores a nuestra boda, me hizo sospechar.

Sí claro que la policía vino a interrogarme en varias ocasiones, a Yasmine la obligaron a acudir a comisaria en unas cuantas ocasiones, pero ni por su declaración, ni por la mía, pudo avanzar la investigación, yo porque apenas podía aportar nada, Yasmine por que lo tenia muy meditado, el resto de los familiares y amigos que fueron interrogados, por no tener ni la más mínima idea de las circunstancias por la que estaba atravesando.

Sí, al final todo se cerró en falso, volví a casa, pero logré convencer a uno de mis sobrinos que había venido a pasar unos días de vacaciones, para que se quedara en casa, creo que esto fue mi salvación.

Por unos días todo era calma, sonrisas, caricias, mimos y comprensión, pero una mañana, cuando Yasmine pensaba, que Jhony mi sobrino, aun dormía, realizó desde la cocina una llamada telefónica que este alcanzó a oír en su totalidad, al menos por la parte que a mi mujer se refería.


—Sois unos inútiles, —decía fuera de sí—, os he pagado una fortuna y solo habéis conseguido echarme encima a la policía.

Desde el otro lado decían algo, que le sacaba de sus casillas y gritaba aún más.


—¿Qué veinte mil euros no es una fortuna?, muertos de hambre, ¿Cuándo habéis visto vosotros esa cantidad de dinero antes?


Al otro lado alguien se oía replicar, pero sin llegar a entender lo que ocurría, salvo por la réplica de Yasmine.


—Tres días, tres días tenéis para rematar lo que no fuiste capaces de hacer antes, tres días y si no, vais a saber quién soy yo.


Yo no me enterré de nada, pero hoy lo sé todo, a partir de ese momento, no me dejaron solo ni un momento, siempre había alguien conmigo, estuviera o no mi mujer no, mi madre, mi hermano, un primo que circunstancialmente pasaba por aquí.

Hasta que un día se presentó la policía en casa y se la llevó detenida.

Así supe como mi Jhony, mi ángel salvador, fue a la policía y les contó con pelos y señales la conversación que había escuchado.

El inspector de por sí, estaba alerta, los agresores por un descuido dejaron el cierre cerrado y tuvieron que salir por la vivienda después de agredirme, según Yasmine, ella estaba en casa, y por sus declaraciones tendría que habérselas visto con los agresores, salvo…

Con autorización judicial, pusieron la casa bajo una discreta vigilancia, intervinieron el teléfono de mi mujer y los de casa, que por fin después de tanto tiempo, tenían línea y así ataron cabos.

Cuando se vio atrapada, quiso justificar el pago, por un chantaje al que estaba siendo sometida, pero la verdad, terminar por abrirse camino.

Lamentablemente nunca me quiso, en mi vio la manera de conseguir dinero rápido, cuando me sacó todo lo que estaba al alcance, planeó mi muerte, ella sacaría de mi fondo de pensiones una cuantiosa cantidad, suficiente para vivir en su país de origen.

Con las extorsiones que me había ido haciendo, ya había comprado una casita a través de una prima, y como dice el refrán, “La avaricia rompe el saco”

Hoy mi sobrino vive conmigo, es mi ángel, mi salvador, vive su vida, pero las noches a pesar de su juventud, las pasa conmigo. Está terminando su carrera, tiene su vida, una vida intensa y completa de la que me hace en gran parte participe.

Las heridas físicas cicatrizaron, las psíquicas prácticamente también, pero cada vez que en prensa salta una noticia de mal trato, algo dentro de mi se cortocircuita, aunque el maltratador sea un hombre y la victima una mujer, en este sufrimiento todos somos iguales y no hay diferencia de géneros a la hora del desconsuelo.

Ella antes o después cumplirá su condena y saldrá a la calle, yo me he recuperado, pero de esas semanas en coma, de ese periodo de mi vida luchado por no abandonarla, de ese tiempo, nunca seré recompensado.

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