top of page

SELENA

SELENA

Este relato, al igual que el anterior, desgraciadamente no pude ser contando por su protagonista, una mujer vital, llena de energía y una luchadora tremenda, que cuando menos se lo esperaba…

Todo comenzó con una llamada a la policía.


—112, ¿dígame?

—Estoy siendo testigo de una fuerte discusión de los vecinos de enfrente, no puedo ver nada, pero sí que escucho a la vecina gritar.

—¿Gritos de la discusión, o…?

—No, no, son gritos de dolor, primero la conversación se estaba produciendo en un tono demasiado elevado, pero esto de ahora es otra cosa.

—Deme la dirección y un coche patrulla se pasará lo antes posible por allí.


Cuando llegó la policía al lugar indicado, nadie respondió a su llamada, la casa estaba a oscuras, en silencio y ante la ausencia de respuesta, salí y hablé con la policía, me presenté y les informé que yo era la persona que había realizado la llamada y que de la misma manera que había observado la fuerte discusión, no había visto a nadie salir de la casa, pese a que tanto la puerta principal, como la del garaje, las podía ver perfectamente desde mi casa y no me había alejado de la ventana en ningún momento desde que decidí realizar la llamada.

—Entiendo, señor, se justificó el agente, pero yo no he observado nada raro, todo parece estar en calma, y hasta donde he podido ver, nada me ha resultado sospechoso.


Del mismo modo que llegó la policía, se marchó, soy muy consciente que, desde su punto de vista, su actuación era lógica, pero yo no me quedé tranquilo.

Era ya pasada la media noche, cuando algo en el interior de la casa me llamó la atención, las luces permanecían apagadas, pero alguien se desplazaba de una estancia a otra con una pequeña linterna.

No me quedé tranquilo, seguí observando y minutos después, vi como una persona, con una pesada maleta abandonaba la casa.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba, tomé la decisión, me desplacé a la comisaría, hablé nuevamente con el agente que se había desplazado y le conté lo observado.

Se puso la pertinente denuncia y yo salí de allí con la tranquilidad de haber hecho lo correcto.

Según me comentaron después, la policía volvió en varias ocasiones a hablar con los habitantes de la casa, de ello supe, que según había declarado el vecino, Selena se había marchado de la casa, tras una fuerte discusión, dando por rota la relación sentimental.

Según narró a la policía, tras la discusión habló por teléfono con una amiga de Barcelona y tras acordar que se quedaría en casa de ella, hizo precipitadamente la maleta y se marchó.

Durante algún tiempo, no se supo nada más del caso, entendí que igual estaba confundido, pero una noche nuevamente llegó la policía y tras llevárselo esposado, durante horas inspeccionaron la casa de manera exhausta.

Hasta aquí mi relato vivido en primera persona, una historia en la que durante semanas pensé que estaba equivocado, pero tras esta visita nocturna de la policia y la detención del vecino, saltó a los medios de comunicación, siendo uno más de los caso mediáticos de violencia de género.

Sí, el detonante fue mi visita a la comisaría, a partir de ese momento, investigando el teléfono de Selena, comprobaron que no se había realizado ninguna llamada desde este terminal, pero poco más se podía hacer.

Días después la amiga de la victima de Barcelona puso la primera denuncia por desaparición de Selena, y de esta manera, la policía pudo pedir la orden judicial para inspeccionar la casa y detener al presunto “maltratador”.

Sí, a partir de aquí todo fue como una máquina perfectamente engrasada, con la denuncia de Lucía, la amiga de Barcelona de Selena y las pruebas que presentó a través de mensajes de WhatsApp, quedó patente, el miedo que Selena tenía a su pareja.

Sí, quedó claro que en conversaciones anteriores Lucía la había brindado alojamiento a su amiga, y que Selena estaba dispuesta a abandonar a su pareja y comenzar una nueva vida lejos de este depredador.

No tuvo tiempo, probablemente el detonante fue el anuncio de que se marchaba y la mala respuesta de este malentendido amor, que tantos hombres siguen defendiendo, “o conmigo o nada”.


En la bañera de la casa de enfrente encontraron restos de sangre, desmontaron el sanitario y pudieron comprobar que allí pese a la exhaustiva limpieza, algo muy gordo se había llevado a cabo. Pero el acusado no se rompió y la investigación pesé a tener formulada una presunta teoría bastante objetiva, no avanzaba en absoluto.

Entonces recordaron el tema de mi denuncia y la famosa maleta pesada, que una persona arrastraba después de la media noche al exterior de la casa.

Aquí fue donde la policía comenzó a avanzar en la investigación, la cámara de seguridad del supermercado de la esquina y posteriormente la de un banco frente al cubo de basura donde tiró la maleta, dieron su fruto.

Fue muy laborioso, descubrieron de esta manera, hasta el abandono de tres maletas diferentes en días y lugares distintos, luego tocó otra labor en los puntos en donde descargaban los camiones de basura que recogieron esas maletas durante la madrugada y al final, poco antes de dar con el macabro descubrimiento, el asesino viéndose acorralado confesó.

Después como suele ocurrir, y por consejo de su abogado se desdijo, pero la maquinaria de la justicia es implacable y tras encontrar esa primera maleta con ropa manchada de sangre, la búsqueda se intensificó.

Días después en otra maleta apareció entre ropa, las extremidades.

La policia sospechaba que, con los indicios que hasta ese momento tenía, este era el final esperado, en el fragor de la discusión un golpe seco con un gran cenicero de mármol, hallado en una de las maletas, la mujer sufrió un desafortunado golpe, que le produjo la muerte de una manera fulminante.

Después y seguramente mientras la policia hacía la primera visita a la casa, en el cuarto de baño de la parte trasera, dentro de la bañera, pertrecharía la mayor de las barbaridades, descuartizando el cuerpo de manera certera, dado su trabajo en un matadero, donde a diario se dedicaba a despedazar piezas de carne para consumo humano.

El final de Selena, asesinada por un crimen vil y machista, un relación mal entendida, que a pesar de no haber denuncias previas al respecto, llevaron a Selena al final de sus días.

Es uno de esos crímenes execrables que, de haber sido de otra manera, hubieran permitido a este criminal confeso salir libre de toda culpa.

De todo esto, queda una moraleja clara, toda la sociedad debemos de estar alerta, la violencia sea del tipo que sea, es algo que se debe denunciar, es algo que esta sociedad, debe de tener muy presente y nada de lo que ocurre a nuestro alrededor nos es ajeno, pero sí de violencia domestica se trata, independientemente que sea de género o no, es algo que nos debe de preocupar muchísimo más, ya que se produce dentro del ámbito más privado, en ese que es nuestro terreno mas protegido, nuestro propio castillo, nuestro hogar, el lugar donde mejor y más tranquilos debemos de encontrarnos y que sin embargo, es en este ámbito por muy incompresible que nos parezca, es donde se produce estas burradas, a las que tan acostumbrados nos tienes a diario los noticieros.

La historia de Selena a diferencia de otras las estoy contando con cierta profilaxis, solo cuento el hecho, una simple discusión y un crimen dentro de las cuatro paredes del hogar, no hablo de antecedentes, de la historia que rodea todo este abominable crimen, el tiempo de relación, ni las circunstancias personales, sociales o de pareja que la rodean, creo que en este caso, sobra todo, solo cabe recalcar los hechos, y así me he permitido narrarlo de una manera fría.

Solo un hecho es aquí innegable, el sentido que “algunos” tiene de lo que es AMOR, el mas bonito y profundo de los sentimientos que, en este caso para el asesino, es sinónimo de propiedad.

Este caso con el paso del tiempo, probablemente nunca hubiera llegado a la sociedad sin esa llamada que hice a la policia, tras escuchar aquella pelea singular, probablemente, en las mismas condiciones que yo, hubo otros vecinos que escucharon, y tal vez vieron cosas, igual no era la primera ocasión, yo llevaba poco tiempo viviendo en el vecindario y no los conocía de nada, pero desde mi poco conocimiento, aquello me pareció, que no era normal, que algo excesivo estaba pasando en la vivienda de enfrente.

Con esta reflexión no trato de ponerme medalla alguna, soy una persona anónima y precisamente ni por realizar la llamada, ni por narrar esto, voy a adquirir protagonismo alguno, pero si que tengo claro que tras leerlo, tras darle una pequeña vuelta a la historia, caigas en la cuenta que, seguramente a lo largo de tú vida, tu hayas contemplado algo parecido, algo que en su momento no te pareció que encajara en los cánones de una relación natural y saludable y que en su día no hiciste nada, no moviste un solo dedo.

Tal vez incluso lo justifiques, con la excusa, que la violencia de género hoy en día no es lo mismo que lo era hace un par de décadas, pero sobre todo, el objetivo de esta historia no es otro que, debemos de estar alerta que, debemos denunciar aquellas actuaciones que en nuestros quehaceres diarios observamos y que, de alguna manera está ejerciendo violencia de cualquier tipo de un ser humano sobre otros, y si las victimas son niños, mujeres, o personas mayores, son aún mucho mas denunciables y que es obligación “absolutamente de todos” acabar con esta lacra social.

Featured Posts
Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic
bottom of page